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Problemas de salud veraniegos y cómo evitarlos

El verano está para disfrutar. Es época de vacaciones, playas, piscinas, disfrutar de la naturaleza y, por supuesto, cuidarse. Sin embargo existen dolencias que se producen frecuentemente en esta época del año y que pueden estropear una plan que esperábamos perfecto.

Entre las más comunes podemos encontrar las alergias o las infecciones ya que las altas temperaturas son idóneas para la proliferación de microorganismos. Por otro lado, las altas temperaturas también pueden afectar a nuestro organismo y dar problemas.

Dolencias más habituales en verano:

Gastroenteritis:

La gastroenteritis es una inflamación de la mucosa digestiva que suele durar entre 3 y 5 días. sus causas pueden ser muy diversas pero en esta época del año se suele asociar al consumo de alimentos en mal estado o que no han sido tratados con todo el cuidado que necesitan teniendo en cuenta las altas temperaturas y la facilidad con la que se puede romper una cadena de frío.

Suelen causar dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea y en algunos casos fiebre.

El tratamiento, salvo indicación concreta del médico o casos severos, suele pasar simplemente por hidratación y descanso.

Para evitarlos lo ideal es consumir agua embotellada, estar muy atentos a qué y dónde comemos. Puedes consultar este artículo sobre las intoxicaciones alimentarias en verano para más información.

 

Quemaduras solares:

Otro de los más habituales y sobre el que no nos cansamos de hablar. Este tipo de lesiones tienen efectos más allá de la mera quemadura. Recuerda que la piel tiene efecto memoria y las malas prácticas nos pasarán factura más adelante.

Playas y piscinas, quedarse dormido tomando el sol, no utilizar el protector adecuado ni de la forma adecuada… aunque la causa puede ser distinta y afectar a cada persona en función a su fototipo, el resultado es el mismo. Enrojecimiento, hinchazón, sensibilidad al tacto y en los casos más severos, ampollas e incluso fiebre.

Incluso en días nublados es fundamental utilizar la protección adecuada y en especial cerca de la arena y el agua, que ejercen como espejo para los rayos UV.

Para evitar las quemaduras solares es imprescindible utilizar la protección adecuada, evitar exposiciones prolongadas, utilizar sombreros o gorras y evitar las horas centrales del día.

Para tratarlas si ya nos hemos quemado necesitaremos, por supuesto no exponernos más al sol, aplicar compresas de agua fría y cremas específicas para hidratar y refrescar la piel.

 

Conjuntivitis:

Es una patología inflamatoria de la membrana conjuntiva y en verano es especialmente frecuente. Aunque también puede darse por motivos alérgicos, en verano suele estar asociada al contacto del agua (no precisamente limpia) de piscinas y mar con los ojos. Incluso el cloro de las piscinas puede irritar e inflamar la membrana conjuntiva.

La detectaremos por el enrojecimiento, picor, la sensación de tener arena dentro del ojo y posiblemente lagrimeo.

Para su tratamiento, más allá de lágrimas artificiales o compresas frías, conviene acudir al médico para que detecte la causa, la severidad y, si es necesario, un tratamiento específico.

Si quieres más información sobre los tipos de conjuntivitis y su tratamiento puedes leer este artículo con más información.

 

Deshidratación y golpes de calor:

Hablamos de ellos hace poco y hay que tener cuidado ya que las consecuencias pueden ser peores de lo que pensamos.

Cuando el cuerpo pierde líquidos rápidamente y los órganos no tienen suficiente hidratación para funcionar correctamente, comienzan a aparecer síntomas como sequedad, irritabilidad, confusión, sed o dolor de cabeza.

Es importante actuar rápido y tomar las medidas adecuadas para que no llegue a ocurrir. Por favor, lee este artículo sobre los golpes de calor.

 

Otitis:

Otro de los clásicos, muy frecuente entre niños y adolescentes. Se trata de una infección del conducto auditivo y en verano es frecuente por la acumulación a agua con microorganismos en el conducto auditivo.

Los síntomas son fáciles de identificar: dolor de oido, inflamación del conducto auditivo, sensación de obstrucción en el canal auditivo y en función de la severidad, fiebre.

Es importante tratarla adecuadamente y no dejarla remitir ya que en casos graves puede verse afectado el tímpano, además de que el dolor suele ser extremadamente desagradable y necesitaremos medicación con casi total seguridad.

El tratamiento suele estar orientado a reducir la infección con gotas de antibióticos e incluso corticoides, además de analgésicos y calmantes.

Para evitarla es importante limpiar los oídos tras el baño y si notamos que tenemos agua dentro inclinar la cabeza para que salga naturalmente.

 

Recuerda que estamos en la farmacia para atenderte y aconsejarte. Ven a vernos para más información y que podamos recomendarte la solución más adecuada.

 

 

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